La disfagia actualmente está muy infradiagnosticada incluso en entornos hospitalarios.

Llegamos a normalizar sus síntomas pensando que es algo típico de la edad o algo relacionado con una enfermedad.

Podemos detectar señales como tos persistente, cambios de voz, aumento de secreciones, bajada de saturación, etc.

Y una vez detectada, ¿sabemos elegir el tratamiento correcto?

Pues por desgracia a menudo la disfagia también está mal tratada.

Porque no se conocen los protocolos correctos y falta información.

• Personal preparado para detectar y tratar los casos de disfagia. Lo que aumenta la satisfacción por su trabajo y la confianza en sí mismos.
• Residentes más contentos y con más calidad de vida.
• La comida ha dejado de ser un sufrimiento. Comen tranquilos sabiendo que no se van a atragantar porque saben cómo hacerlo de forma segura y eficaz.
• Familias contentas por ver a su familiar feliz.
• Menos hospitalizaciones, evitando la correspondiente toma de antibióticos.
• Menos fallecimientos.
• Mejora del prestigio del centro.